Dicen que no hay nada como morirse para que hablen bien de uno; pero es que, además, hay casos en los que nada negativo puede decirse del fallecido. Paul Leonard Newman nos dejó el pasado 26 de septiembre, con 83 años y 8 meses exactos. Con él se fue su talento y sus irrepetibles ojos azules.
Yo podría ponerme ahora a repasar detalles sobre su vida, o ahondar en las decenas de películas que conforman su filmografía como actor, director o productor; pero todo se ha dicho ya sobre este hombre cuya belleza encandila -aún- a mujeres de todo el mundo, independientemente de su edad o condición.
Ayer, sus compañeros hollywoodienses lo homenajearon en un acto en beneficio a un campamento infantil. Y es que no podía ser de otra forma. Porque Paul, además de un buen actor, fue una gran persona.
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