NOBODY EXPECTS THE SPANISH REVOLUTION!!!!!!!!!!!!!!
domingo, 25 de marzo de 2007
Halt
En septiembre de 2006, el Auditorio de la Cartuja (ahora Auditorio "Rocío Jurado") acogió el concierto de Silvio Rodríguez. Durante el transcurso del mismo, el cantautor cubano nos regaló un poema que me sobrecogió. A algunos pudiera parecerle absurdo, típico... no lo sé. Lo cierto es que a mí me sobrecogió porque expresaba justamente algo que yo llevaba mucho tiempo pensando. Y es que hace unos años, viendo el telediario de la 2, una imagen me hizo plantearme lo mismo que dice el poema. No era nada extraordinario: simplemente Sharon colocando una corona de flores en un monumento mientras se oían sirenas de emergencia en el aniversario del Holocausto. Pero a mi me dio que pensar y, francamente, me impresionó. Leed el poema y comprenderéis mi sensación.
Recorro el camino que recorrieron 4000000
de espectros.
Bajo mis botas, en la mustia, helada tarde de
otoño
cruje dolorosamente la grava.
Es Auschwitz, la fábrica de horror
que la locura humana erigió
a la gloria de la muerte.
Es Auschwitz, estigma en el rostro sufrido de
nuestra época.
Y ante los edificios desiertos,
ante las cercas electrificadas,
ante los galpones que guardan toneladas de
cabellera humana
ante la herrumbrosa puerta del horno donde
fueron incinerados
padres de otros hijos,
amigos de amigos desconocidos,
esposas, hermanos,
niños que, en el último instante,
envejecieron millones de años,
pienso en ustedes, judíos de Jerusalem y Jericó,
pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,
que estupefactos, desnudos, ateridos
cantaron la hatikvah en las cámaras de gas;
pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso
camino
desde las colinas de Judea
hasta los campos de concentración del III Reich.
Pienso en ustedes
y no acierto a comprender
cómo
olvidaron tan pronto
el vaho del infierno
Auschwitz-Cracovia, 21-10-79
Luis Rogelio Nogueras (poeta cubano)
Y vosotros, ¿qué pensáis?
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lunes, 19 de marzo de 2007
Salinas
Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
—¿adónde se me ha escapado?—.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.
Pedro Salinas, 1933
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domingo, 18 de marzo de 2007
Ya nunca podría saber...
Ya nunca podría saber qué hubiera pasado si, en lugar de ir a casa andando, aquella tarde hubiese cogido el tren.
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Microrrelatos
viernes, 16 de marzo de 2007
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